Llegó el momento de los sueños
Un día alguien soñó con viajar al espacio, encontrar la vacuna contra la polio, construir edificios de 300 metros, inventar un medio de comunicación inalámbrico, el internet, la nube y la fibra óptica… Solo al pensar en estos hechos fantásticos nos podemos dar cuenta de que cuando la imaginación, la visión y la consistencia en el trabajo van de la mano, los seres humanos consiguen lo improbable y hacen realidad los sueños.
Todos los grandes logros y conquistas empiezan como un sueño. La posibilidad constante de materializarlos alimenta la esperanza y el optimismo. Está en el acto de soñar despiertos, la motivación que necesitamos para atrevernos a apuntar a objetivos que parecen difíciles. Soñar nos permite hacerle frente a las dificultades.
Por eso, no subestimemos el poder de nuestros sueños, pues todos quienes han conquistado uno, son ahora testigos de su capacidad posibilitadora, y cada testimonio es una prueba de que los sueños se pueden hacer realidad.
Derriba los muros
Todo sueño hecho realidad, ya sea grande o pequeño, es una conquista y así también es el impulso para atrevernos a soñar cada vez más grande.
Dejemos de pensar que si no tenemos el talento innato, el tiempo o los medios para hacer realidad nuestros sueños, debemos abandonarlos. Mientras más ambiciosos sean habrán más razones para persistir y luchar. Aquello que soñamos no tiene que ser necesariamente realista, de hecho, que sea demasiado realistas es lo que de momentos nos impide, justamente, atrevernos a ir por aquello que merecemos.
Recuerdo cuando mi sueño y mi gran objetivo era completar un IRONMAN, cruzar la meta de esos 226 km, terminar y con esa primera y única experiencia retirarme del triatlón. Resulta que la conquista de ese primer sueño fue el trampolín para soñar más adelante en clasificar al campeonato mundial en Kona, un objetivo más ambicioso. Hacer realidad ese objetivo fue una enorme conquista y después repetir esta misma hazaña, tres veces más, fue algo que nunca imaginé, pero si lo soñé, lo soñé muchas veces y lo sigo haciendo.
Y ahora, después de haber cruzado 13 veces la meta de los soñados 226 km, me pregunto si tengo aún permiso para seguir soñando en completar esa distancia, que ahora la veo tan gigante como la primera vez. Ante esa pregunta, me viene a la mente la frase de Robert Browning que dice:
“Es necesario aspirar a más de lo que podemos conseguir, sino, para qué el cielo”.
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