No hay nada que perdonar

El perdón es un cambio de percepción de aquello que nos sucede. Tenemos el poder de elegir cómo sentirnos frente a los momentos difíciles.

Cuando entendemos que tanto lo bueno como lo malo que nos ocurre en la vida ha venido a enseñarnos, perdonar se hace innecesario.
— Filosomi

Todos los seres humanos atravesamos por situaciones difíciles, nos hemos sentido víctimas y victimarios en algún momento y es ahí cuando arriba a nuestra vida el dilema incómodo del perdón. ¿Perdono? ¿Me perdonan? ¡No puedo perdonar! ¡Me sobrepasa la culpa!

Vivir en un estado permanente de conflicto, como lo sostiene la ciencia de la Bioneuroemoción (método de bienestar emocional), hace que eso que tanto nos incomoda suceda como bucle en nuestra vida. La experimentamos una y otra vez hasta que podamos trascenderla.

¿Cómo trascenderla? Con el perdón, pero no desde ese concepto social que se nos ha inculcado desde siempre: perdonar es un acto magnánimo, y rogar ser perdonados, un acto de valentía. No. Ambos puntos de vista encierran las trampas de la culpa.  

Desde las corrientes espirituales, el perdón toma una nueva dimensión, la del espíritu (un estado de nuestra existencia donde existe la perfección y el daño no es posible).

  • Por ejemplo, Diego Cornejo, maestro de un “Un curso de milagros” y Shaumbra de la Escuela de Ascención del Círculo Carmesí, define al perdón verdadero como “el reconocimiento genuino de que no hay nada que perdonar”.

  • Mientras que Enric Corbera, el padre de la bioneuroemoción, dice que: “Perdonar es agradecer por el aprendizaje”.

Asumir que tanto lo bueno como lo malo que nos acurre en la vida nos pertenece y ha venido a enseñarnos es para muchos la verdadera esencia del perdón y la única vía para despojarnos del ego (abandonar el espejismo de tener la razón) y conseguir vivir en paz.

No puedo perdonar ¿Cómo vivir con eso?

Los momentos realmente duros de la vida muchas veces nos llevan a pensar que lo que ha hecho el otro o lo que yo he hecho ha sido “inconcebible”, “absurdo”, “imperdonable”. Nos sumergimos en el ruido externo que nos insiste en lo que está bien y lo que está mal, en quien tiene la razón y en quien no. Nuestro ego nos domina tanto que juzgamos la misma situación continuamente, dejando divagar a nuestra mente por las miles de posibilidades que pudieron ser y que finalmente no son.

En ese momento vale la pena preguntar ¿Qué te dice tu voz interior? Las circunstancias duras (o más bien reveladoras) de la vida, deberían ser por norma un vistazo amplio y profundo hacia nuestro estado interno, una disección de nuestras emociones y la búsqueda de un nuevo estado del ser y el estar en el mundo a través del valor del APRENDIZAJE y la TRASCENDENCIA.


¡No somos culpables! Ni quien cree que debe perdonar ni el que siente que ha fallado. Tan solo somos responsables de lo que hacemos y de las consecuencias de nuestros actos.


Si aún te sientes incapaz de perdonar, dale un vistazo a estas reflexiones de Enric Corbera, sobre por qué te puede resultar difícil dar este gran paso, vital si estás transitando un camino de sanación:

Fuente: Postgrado en Bioneuroemoción de Enric Corbera.

Mira el capítulo de Espirales ¿Por qué perdonamos? Con Diego Cornejo.

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