Una nueva oportunidad, IM Louisville. Volver a Kona
Decidí inscribirme en el IRONMAN Louisville 2019, no con el fin de desafiar una creencia limitante, como la maldición (entre la comunidad de triatleta se piensa que si no participas en un mundial, no vuelves a clasificar), me inscribí, porque el triatlón de largas distancias, es mi pasión. indistintamente del resultado, me encanta entrenar, prepararme y competir, y no crean que porque he corrido tantos IM, he vencido el miedo y la ansiedad, están conmigo en cada carrera, acompañándome en la línea de partida, y desaparecen al escuchar el disparo de largada, cuando empieza la fiesta.
El triatlón ha sido mi maestro, me ha enseñado:
Sobre la disciplina, la consistencia y la voluntad.
Me acerca a una mejor versión de mí misma.
Ha robustecido mis valores.
Me ha permitido reconocer mi esencia y reconocerme como lo que soy.
Sorpresas en Louisville
Louisville es una ciudad del estado de Kentucky, en Estados Unidos. Ahí se realiza, todos los años, el IM de Louisville que tiene como característica la natación, que se realiza en un brazo de río de punto a punto, es decir, no es un circuito. El ciclismo es desafiante, con una elevación superior a la gran mayoría de IMs y el atletismo también tiene su dificultad, pues tiene varios repechos a los largo de las 3 vueltas del circuito.
Llegué a la competencia con anticipación y me registré apenas llegué. Entonces me enteré de que había el riesgo de cancelar la natación por contaminación (el agua tenía una alga azul, que la hacía tóxica para los competidores). Avance con todos mis preparativos, entrenamientos y el reconocimiento de la ruta.
Finalmente se confirmó la cancelación de la natación y con eso constate que, al menos, el 85% de la ansiedad y el estrés pre carrera es justamente por el agua. Dormí bien.
A medida que fueron pasando los días, desde que llegué, el clima se fue enfriando, y el día de la competencia hacia mucho frío. Fue una circunstancia nueva y diferente no nadar y empezar fría la bicicleta con chaleco, mangas y protectores para los pies. La salida fue de dos en dos y me costó bastante calentarme y mantener el ritmo, sentía que algo no estaba fluyendo en mis piernas. Finalmente, terminé los 180km e hice una transición más larga de lo normal, con parada al baño. Empecé a correr y a los pocos metros sentí un dolor en la espalda baja y la cadera que no me permitía avanzar a buen ritmo.
Con este panorama qué resolví hacer:
Escoger y decidir qué es lo mejor para mí: no iba a lesionarme, a arriesgar mi cuerpo.
El objetivo principal fue convertir ese IM en el número 13, es decir, terminarlo. No podía creerlo, la aparición de ese dolor. En ese momento escogí seguir y decidí que tenía que terminar como sea, así fuera caminando. No podía frustrar otro IM, no me lo merecía. Eso sí lo tenía clarísimo. Continué corriendo sin perder la forma, y no volví a ver el reloj. “Que sea lo que sea”, me dije.
Finalmente, después de 42.2km corriendo, cruce la meta, y al volver a mirar el reloj me llevé la gran sorpresa de que había superado mi mejor tiempo de la maratón. Llegué 3ra. Al día siguiente, me subí al podio del IM de Louisville, y clasifiqué por cuarta vez al campeonato mundial en Kona Hawai.
¡Había roto la maldición!
Ejerce tu libertad de escoger. Convierte tus creencias negativas, en creencias posibilitadoras.