El ADN no es nuestro destino ¿Cómo modificar la genética a nuestro favor?

Nuestro ADN contiene 20 mil genes y 46 cromosomas, la mitad herencia de padre y la otra, herencia de madre.

¡Podemos hackear nuestra herencia! Además de todo el contenido genético de nuestro ADN, ahora sabemos que existen factores externos como el ambiente y el estilo de vida, capaces de apagar y encender los genes de la salud y la enfermedad.
— Filosomi

En 1953, el físico Francis Crick y el biólogo James Watson develaron la estructura del ADN, en un artículo de una página en la revista Nature. Desde entonces tenemos acceso al libro de la vida de cada ser humano de este planeta.

Con el ADN en nuestras manos hemos podido desentrañar quiénes somos, cómo funcionamos, nuestra herencia, sus fortalezas y debilidades…y también aquello que la ciencia llama epigenética, que significa literalmente “sobre el ADN”, aquellos factores externos que pueden repercutir para bien o para mal en su composición (desde la exposición a componentes químicos hasta los hábitos de estilo de vida).

Hasta hace muy poco en las escuelas de medicina se pensaba que la única forma de cambiar nuestros genes sería cambiar a nuestros padres. En la actualidad, la ciencia sabe que no es así, que nuestro ADN no es nuestro destino.

Consultamos dos libros que hablan sobre este tema: “UnDo It!”, de Dean and Anne Ornish; y “Eat to beat disease”, de William W. Li. Sus autores coinciden en que los seres humanos tenemos el poder de cambiar los genes, incluso si esos genes son defectuosos. Por ejemplo, tú podrías estar genéticamente predispuesto a sufrir enfermedades cardiacas, pero grandes cambios en tu estilo de vida podrían no solo prevenir estas patologías, sino reversarlas.

¿Qué hemos descubierto sobre el poder de influir en el ADN?

Desde su punto de vista, la medicina enfocada en el estilo de vida puede encender los genes que facilitan la salud y apagar los que causan la inflamación crónica, el estrés oxidativo y las enfermedades. Este descubrimiento ha permitido que expandamos la mirada hacia los procesos sensibles de nuestra fisiología.

MIRADA 1

Por ejemplo, se sabe más sobre la GLICACIÓN: “Un proceso natural en el que el azúcar en el torrente sanguíneo se une a proteínas o grasas, formando moléculas nuevas, dañinas y altamente oxidantes llamadas productos finales de glicación avanzada (AGES)”.

Los AGES suprimen la actividad de las SIRTUINAS, enzimas que afectan al metabolismo celular regulando la expresión de ciertos genes, y que son básicamente, antienvejecimiento. Es decir, los AGES apagan los interruptores (sertuinas) que, a su vez, apagan los genes dañinos que nos hacen envejecer, aumentando el riesgo de contraer enfermedades crónicas.

La gran pregunta es ¿de dónde salen los AGES? Los Ornish aseguran que de la alimentación, especialmente del consumo de carne.

Los telómeros más cortos están asociados con un mayor riesgo de muerte.

MIRADA 2

La medicina enfocada en el estilo de vida también hizo el primer estudio controlado que demostró que la modificación de hábitos alarga los TELÓMEROS, el extremo de nuestros cromosomas que regulan el envejecimiento.

“Los telómeros son como las puntas de plástico que evitan que los cordones de los zapatos se deshagan. Están ubicados en los extremos de los cromosomas y protegen el ADN de posibles daños. A medida que envejecemos, los telómeros tienden a acortarse y su integridad estructural se debilita, lo que hace que las células funcionen mal y mueran más rápidamente”.

Los telómeros más cortos están asociados con un mayor riesgo de muerte prematura por una amplia variedad de enfermedades crónicas, especialmente:

  • Enfermedad cardíaca

  • Cáncer de próstata

  • Cáncer de mama

  • Cáncer de colon

  • Enfermedad de Alzheimer

  • Diabetes tipo 2.

Los resultados de este estudio demostraron que después de cinco años, la longitud promedio de los telómeros disminuyó en aproximadamente un 3%, lo que suele sucederle a la mayoría de las personas.  Sin embargo, para aquellos en el grupo de medicina de estilo de vida, la longitud de los telómeros aumentó en un 10 por ciento. “Los editores de oncología de Lancet describen esto como revertir el envejecimiento a nivel celular, el primer estudio controlado que documenta que cualquier intervención podría alargar los telómeros”, recalca el informe.

Alargar los telómeros hace que vivamos vidas más saludables, largas y significativas, en vez de vivir con enfermedades crónicas durante largos periodos de tiempo hasta la muerte.


“Alargar y proteger los telómeros no significa que viviremos para siempre. Pero estos estudios muestran que, por lo general, podemos vivir vidas saludables, largas y significativas hasta justo antes de morir, en lugar de disminuir la calidad de vida con enfermedades crónicas en un lapso de muchos años. En otras palabras, podemos morir jóvenes, tan viejos como sea posible”.


En las personas más longevas se ha descubierto un patrón de alimentación rico en plantas y baja en grasas.

Hábitos simples que favorecen a nuestro ADN  

Por su parte, William W. Li cree fielmente que los cambios conscientes en la alimentación pueden ayudarnos a contrarrestar los factores que causan daño a nuestro ADN, como la contaminación ambiental, las toxinas industriales, la radiación ultravioleta y el estrés emocional. Por ejemplo, los antioxidantes que se encuentran en los súper alimentos, neutralizan los radicales libres, disminuyen las células del estrés y protegen el ADN, tanto de las agresiones ambientales como de las mutaciones que ocurren naturalmente.

En un estudio sobre el efecto de la vitamina C, se comprobó que beber jugo de naranja puro, rico en antioxidantes, tuvo un efecto protector en el ADN, reduciendo cualquier daño producido hasta en un 19% tras haber tomado agua azucarada con vitaminas.

¿Imagina lo que puede hacer por nuestros genes comer la naranja entera y combinarla con una alimentación rica en alimentos naturales, enteros y frescos, alta en plantas y baja en grasas? Si lo hiciéramos y además redujéramos los peligros paralelos como fumar, beber alcohol, el sedentarismo… lo que haríamos sería alargar los telómeros, como habíamos dicho antes.

Li también hace una recopilación de otros hábitos con este efecto protector y reparador en los genes (epigenéticos), que va de la mano con la medicina basada en el estilo de vida de los Ornish:

1.- EL EJERICIO FÍSICO libera genes para producir proteínas útiles para desarrollar músculo, aumentar la capacidad de bombeo del corazón, desarrollar nuevos vasos sanguíneos, que apoyan la expansión muscular y reducen los lípidos en la sangre. Los estudios científicos han demostrado que el ejercicio bloquea genes dañinos sobre todo después de nadar, hacer spinning, entrenar en intervalos y hacer caminatas de alta intensidad.

2.- LAS BUENAS NOCHES DE SUEÑO causan cambios epigenéticos positivos a comparación de las malas noches. Quienes duermen bien encienden los genes de la metabolización de grasas y la prevención de la obesidad. La deprivación del sueño, en cambio, aumenta en un 45% el riesgo de obesidad, especialmente en niños.  Una sola noche de mal sueño interfiere en 269 genes, incluido uno que bloquea el cáncer y la aparición de tumores.

Un estilo de vida saludable sostenido: alimentación de calidad, movimiento diario, sueño reparador, suplementación adecuada ha tenido efectos positivos en cuadros de cáncer, según estudios de los Ornish.

3.- LA MEDITACIÓN provoca cambios epigenéticos apagando los genes relacionados con la inflamación. Se ha demostrado que LA RELAJACIÓN protege la integridad de los telómeros y tiene efectos positivos incluso en personas que padecen estrés.

4.- APRENDER A GESTIONAR EL ESTRÉS Y MODIFICAR SU PERCEPCIÓN también es una buena forma de proteger nuestro ADN. Quienes sufren de estrés crónico o de estrés post traumático muestran un deterioro a nivel genético. Sin embargo, si trabajas para modificar tu forma de ver el estrés como una sensación que te moviliza y no que te paraliza o enferma, es posible contrarrestar sus efectos adversos.


“Cuando comes bien, te mueves más y amas más, te estresas menos. Las situaciones potencialmente estresantes simplemente no te hacen daño como tal, dándote más grados de libertad para reaccionar ante la misma situación de manera más productiva y curativa”.


 

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